viernes, 6 de septiembre de 2013

Miriam y Regina Parte 3.


Regina se puso debajo del chorro de la ducha, el agua le recorría todo el cuerpo, Miriam solo contemplaba esa maravilla de la naturaleza, como el agua pasaba por cada rincón del cuerpo de su novia, por cada curva y por cada esquina.


-Ven cielo, mójate un poco anda, no seas tímida, anda que no nos hemos visto desnuda veces. - dijo Regina mientras tendía la mano para que Miriam se acercara.

Miriam sonrió, se arrepentía de haber dudado de su chica, la amaba con toda su vida entera joder, no se lo pensó ni un segundo más y se lanzó a por Regina, se unieron en un profundo beso, ambas desnudas con el agua cayendo por sus cuerpos.




No paraban de sonreír, y es que la situación era para estar completamente feliz, las dos totalmente desinhibidas, poco les importaba que pasara fuera de aquella ducha, lo único que de verdad importaba era ese momento, Regina miraba a su chica, miradas penetrantes, miradas de esas que lo dicen todo, Miriam se sonrojaba, se sentía muy pequeña ante ella, incluso sabiendo que realmente Regina de edad era menor.

Regina decidió demostrarle a su chica que es lo que sentía por ella, pero no con palabras, con su cuerpo, cuerpo contra cuerpo, luchando por saber quien es capaz de demostrar más amor. Tenía que hacerle el amor de tal manera que olvidara todos esos momentos que se ha podido sentir sola cuando no han tenido contacto alguno.

Regina bajó sus manos acariciando el torso de Miriam, esta se acomodó apoyándose en la pared, las manos de Regina se deslizaban rápidamente hacia abajo, pero ralentizó el movimiento, quería hacerle sentir a su chica cada paso que daba. Siguió, acariciando los pezones de Miriam, haciendo que estuvieran completamente erectos. Regina pegó su cuerpo a Miriam, clavando su pecho en ella, pudo sentir el latido del corazón de Miriam, que iba a mil quinientos.

Regina jugaba con la boca de Miriam bajando a su cuello, subiendo a los labios, dándole leves mordiscos, volviéndola loca, cegándole la vista de placer, al mismo tiempo que bajaba sus manos a su entrepierna, las manos de Regina se empezaron a mover en círculos ahí abajo, el cuerpo de Miriam palpitaba por cualquier parte que Regina tocase.

Regina comenzó a masturbarla, Miriam jadeaba sin parar desde que Regina la tocaba con sus manos, ahora el jadeo era más fuerte, Regina metió sus dedos despacio, pero no tuvo reparos en moverlos con fuerza, mientras no paraba de comerle la boca a su chica, de morderla, de respirar una en la boca de la otra. El agua de la ducha ayudaba aún más, Regina se apoyaba en la pared, empotrando a Miriam en ella, sujetándola, moría de placer, tenía a su chica dentro, y no paraba de moverse, de sentir sus dedos entrando y deslizándose produciendole de todo por dentro y fuera.

El ritmo del movimiento era constante, Miriam tenía la mirada perdida, y Regina se estremecía con los gemidos de su novia, y llegó ese momento en el que Miriam reventó de placer, donde tras varios días de aparente soledad, por fin se sintió completamente satisfecha, Regina sacó sus dedos de la entrepierna de su chica, la agarró de la cintura, la besó, un beso muy muy largo, de vez en cuando se separaban y sonreían como tontas, pero los besos eran inevitables, tener a tu chica delante, desnuda y mojada y no comerle la boca sería pecado.

Miriam sintió algo que le recorrió todo el cuerpo, esas mariposillas, esas que le hacían sentir y ver que Regina la quería, que no se había ido, que siempre había estado junto a ella, no de la mejor manera, pero estaba, porque lo más importante para ellas, es que nunca nunca se dejaran de querer.








Miriam y Regina Parte 2


Eran las once de la mañana, los padres de Miriam se habían ido a trabajar, ella aún seguía dormida, tras esa noche de ideas horribles que afloraron en su cabeza y que solo le metían miedo a perder todo aquello que había construido con lo que más quería, lo bueno es que se quedó con ese pensamiento positivo final, Regina la amaba y deseaba tanto que jamás sería capaz de hacer algo que le hiciera daño.

Con los ojos  medio cerraditos, despeinada, con el pijama puesto, Miriam tuvo que levantarse rápidamente porque el timbre de su casa estaba sonando, miró por la mirilla y... no se lo podía creer, era Regina, en un instante abrió la puerta, las dos se abrazaron, muy fuerte, cuerpo con cuerpo, por fin se habían reencontrado tras varios días donde se sentían vacías por dentro, tener a lo que más quieres lejos es un pelín doloroso, que solo se puede sobrellevar si de verdad estas dispuesta a amar a esa persona, y ellas dos lo estaban.

Se separaron, se miraron a los ojitos.

-Eh, ¿has estado llorando? - dijo Regina llevando sus manos a los mofletes de Miriam, observando que estaba avergonzada, y sonrojada.
-No, solo que he dormido mucho, y he dormido con la cara pegada a la almohada - Miriam
-Si claro jajaja que graciosa es mi niña, yo eso no me lo creo, cuéntame anda - Regina
-Pues.. joo, que no me cogías el móvil, y te echaba de menos, y que pensé que no querías ser mi novia, y me hice un lío en la cabeza y jooo que te quiero y no te vayas de mi nunca por favor - Miriam. 
-Lo siento, a mi padre se le rompió su móvil y necesitó coger el mio para sus cosas de trabajo, lo siento lo siento lo siento vida, ya estoy aquí, sabes que te quiero y que estoy por y para ti cada instante de mi vida, si no puedo sentirte, te imaginaré, si no puedo pensarte, te sentiré en aquí dentro en mi corazón,  - dijo Regina mientras se acercaba cada vez más a Miriam.





Regina cogió de la cintura a Miriam, <me hiciste saborear lo dulce del amor cuando aún tenía la boca llena de heridas> le susurro a su novia, un instante después la besó, de una manera dulce, intensa, un beso casi eterno, un beso que te transporta a otra dimensión, que te hace pensar que no hay nadie mas en esta vida, solo tu, tu novia, y ese beso que repetirías cada vez. Un beso que cada vez era más húmedo.


-Oye, estas aún en pijama, ¿te parece si te duchas y nos vamos un ratito a tu jardín a la piscina? - Regina
-Bueno... te he echado de menos mucho, no quiero separarme de ti ni un instante, ¿te duchas conmigo? - Miriam
-Ui, que pillina ¿no? ¿no vendrán tus padres? - Regina
-No, hasta las tres de la tarde no vienen, va, ven conmigo a la ducha, compensame estos días sin tu olor, sin tu calor y sin tu cuerpo - Miriam

Fueron juntas de la manita al baño, se miraban sin parar, sonriendo, eufóricas, Miriam cogió a Regina de la cintura desabrochándole los pantalones, y dejándolos caer en el suelo; lo mismo hizo Regina con el pijamita de Miriam, desnudándose una a una mutuamente, sin parar de besarse, retiraron también despacio ambas camisetas, dejándolas en el suelo, sin importarles otra cosa que no fuera su novia.

Miriam se quedó completamente desnuda, le quitó el sujetador a Regina, le dio vergüenza quitarle las braguitas, pero Regina le ayudo a hacerlo, cogió las manos de Miriam, las puso en su cintura, y le hizo bajarle las braguitas poco a poco arrodillándose ante Regina, sin apartar la mirada de sus ojos ni de sus labios.

Se metieron en la ducha, agua a la temperatura idónea, para ni quemarse ni enfriarse, porque el cuerpo de ambas estaba ya a una temperatura superior a la normal, no paraban de besarse, rebosaban alegría en el alma y el corazón, estaban enamoradas y sus cuerpos pedían a gritos reivindicar ese amor.










Miriam y Regina. Parte 1.



Era un día de verano, Miriam estaba sola y aburrida en su casa, vivía en un chalet bastante bonito, con piscina, y un jardín lleno de flores, muy colorido, para tomar el sol era estupendo. No sabía que hacer, tenía un día esplendido por delante y ningún plan por delante. Regina, su novia, estaba en la playa con su familia de vacaciones, no sabía cuando volvería, le dijo a su novia que ya le avisaría, que todo dependía de su familia, del tiempo que quisieran estar en la casa de la playa.

Miriam llamó a Regina por teléfono para saber que tal se lo estaba pasando en la playa, y con los deditos cruzados deseaba que le dijera "Ya voy de vuelta para allá" pero Regina no descolgaba el teléfono, ni a la primera llamada, ni a la segunda, ni a la tercera...

Que tu novia no te coja el teléfono cuando más la necesitas es algo muy frustrante, creo que no hay definición mejor para la palabra frustración. Pero bueno Miriam sabía que si Regina no le cogía el teléfono a pesar de llamarla tantas veces era porque de verdad no podía cogerlo ni hablar en ese momento, o simplemente tenía puesto el móvil en modo silencio.

Pasaron 4 días y Regina seguía sin cogerle el teléfono, e incluso a veces daba apagado o fuera de cobertura, la frustración de Miriam era aún mayor. Esos días Miriam estuvo saliendo a la piscina con alguna amiga suya, y les contaba su preocupación, todas le decían que seguramente Regina había perdido el teléfono, que la habrían castigado sin él, o algo por el estilo, pero una de las amigas de Miriam decía que no, que seguramente Regina estaba pasándoselo bien por ahí con otra y por eso no quería hablar con Miriam, para no sentirse culpable, esa es la típica amiga puta que a veces deseas torturar :)

Quinta noche de desesperación de Miriam, sin saber nada de su pequeña Regina, con el teléfono en la mano, llamando sin parar, en la cabeza de Miriam rondaban multitud de preguntas  ¿y si mi amiga puta tenía razón? ¿y si pierdo al amor de mi vida para siempre? ¿y si todo en lo que creía ahora es mentira? ¿y si aquello por lo que doy todo y pensaba dar aún más se me derrumba? ¿Qué me queda entonces?

No - recapacitó - Imposible, improbable, imbécil yo por pensar estas cosas y dejar que me coman la cabeza otras personas cuando de quien me tengo que fiar es de la persona que me devolvió la vida, Regina me quiere como yo la quiero a ella, no me cogerá el móvil porque no podrá y punto, pero ella me quiere, vendrá pronto, si vendrá en unos días, la abrazaré como nunca, la besaré como nunca, y sabrá todo lo que la he echado de menos a besos, a mordiscos y a momentos en la cama.

Sonriendo entre lágrimas de emoción, reviviendo momentos con su chica, Miriam se quedó dormidita soñando con tener a su novia entre sus brazos, sus labios y sus caricias en la espalda.



miércoles, 4 de septiembre de 2013

Fiesta de disfraces. Parte 2



Salimos de la discoteca, me llevo de la manita hasta el coche, mirándome muy picaramente, la calle estaba llena de gente de fiesta y yo me moría de vergüenza, iba muy muy cachonda y tenía ganas de llegar a casa, a cada rato camino del coche Lucia se acercaba a mi oído y me comía la orejita, y yo claro pues me excitaba más.

Llegamos al coche, nos montamos como siempre, ella conducía y yo me senté en el asiento del copiloto, porque ella no bebe y yo suelo beber, aunque una o dos copitas nada mas. Lucia arranco poniendo rumbo vuelta a casa, yo iba calladita, estaba cansada aunque excitada, con Lucia por la noche poco cansancio se tiene que tener porque hay que estar siempre preparadísima.

La carretera estaba desierta, eran muy de noche, de madrugada.

-Bueno, ¿Qué te ha parecido la fiesta? - Carol
-Shhhhh estas detenida, todo lo que digas puede ser usado en tu contra - Lucia
-Pe-pero -Carol
-Shh no seas impaciente - Lucia


Me callé, Lucia me miró, me sonrió, y en un instante, se metió los dos dedos de la mano derecha en la boca lamiéndolos, los acercó a mi entrepierna, retiró el pantalón corto que yo llevaba y paso sus dedos por mis braguitas, por el centro exacto, mi cuerpo tembló, me estremecí.


Llegamos a casa por fin, parecía que Lucia seguía en su papel de policía, porque nada más entrar por la puerta me empotró en la pared, sin dejarme escapar. Me empezó a dar besos, en la boca, muy despacio, luego empezó a meterme la lengua, a comerme la boca muy salvajemente. Yo, que ya venía cachonda de la discoteca, me empecé a excitar bastante, quería comerme a mi chica entera, pero parecía que ella estaba tomando todo el control, muy en serio el papel de policía se estaba tomando. Se separó de mi, me miro, con sus gafas de sol aún puestas, se quitó la gorra, dejando toda su melena fuera, se quito los pantalones, quedándose en braguitas, unas braguitas negras, pequeñas, le quedaban estupendamente, vamos, para quitárselas ya ya.

Se desabrochó la camisa un poco, empezando por los botones de arriba, podía ver mejor ese escote con el que me pase toda la noche soñando, notó que estaba deseando que se la desabrochara entera, para verla y disfrutar con esas vistas.

-Primera norma,  el ritmo lo marco yo. - susurró en mi oído, rozando con su escote el mio propio, excitándome aún más sentirla cerca, muy cerca, a escasos milímetros.

-Segunda norma, tu ropa, fuera ya.

Me desnudé, trate de hacerlo lo más rápido posible pero los nervios me podían, estaba muy impaciente por ver que tenía Lucia preparado. Se volvió a poner de manera que su cuerpo rozaba el mio, cogió mis manos, y me dio la vuelta, poniéndome de cara a la pared, juntando su cuerpo a mi espalda, a mis piernas cerradas y mi cuerpo empequeñeciéndose ante lo imponente que estaba mi chica esa noche, no se había quitado las gafas de sol aún, eso me producía bastante morbo.

-Tercera norma, tienes derecho a disfrutar.

Acercó sus labios a mi cuello, comiéndomelo, lamiéndome hasta la saciedad, mi cuerpo rebosaba calor, excitación ganas de ser suya, de entregarme al completo, sacó la porra que llevó a la fiesta, la puso entre mis piernas.

-Ábrete.

Separe un poco las piernas dejando el hueco justo para que sus manos cupieran entre mis muslos, pero ella quería que las abriera más así que deslizo la porra entre los mismos subiéndola hasta mi clítoris. Yo estaba empapada y muy caliente, pasó la porra, la cual estaba fría, por toda mi entrepierna, la frotó con mi coño, mojandola, haciéndome reventar de estar tan cachonda, haciendo que mi coño palpitase, haciendo que le suplicara que me follara.

Soltó la porra, y siguió haciendo lo mismo, esta vez con su mano, sus dedos campaban a sus anchas por mi clítoris, totalmente a su merced, puso la yema de su dedo en la entrada, metió solo un centímetro de dedo, solté un gemido leve, y lo sacó, se puso otra vez a hacer círculos en mi clítoris.

Lucia subió sus dedos a su boca, los lamió, los mismos dedos que habían estado en mi entrepierna segundos atrás, luego me dio la vuelta poniéndome cara a cara con ella.

Me llevó al cuarto, me tiró en la cama, seguía comiéndome la oreja a cada paso que daba, controlando cada uno de mis movimientos.

-Cuarta norma, tu no te vas de aquí hasta que no termine contigo.

Antes de que pudiera decir algo, Lucia se puso sobre mi, sus braguitas me rozaban, y estaban completamente mojadas, se las quitó, y las pasó por mi clítoris, mirándome muy fijamente a los ojos.


Instintivamente, abrí las piernas, ella se colocó entre estas, su mano volvió a mi entrepierna, esta vez con la intención de terminar todo lo que empezó cuando me tenía contra la pared, me metió los dedos, pero muy despacio, pude sentir cada centímetro entrar, y a cada paso de sus dedos yo solo podía abrir más las piernas, abriéndole paso, dándole total libertad.


Hasta que empezó a darme más y más fuerte, encima mis gemidos la motivaban a no parar, a continuar hasta que yo le suplicara que parase, que no podía más, pero no, mis gemidos no cesaban y sus dedos menos todavía, solté un jadeo. <me voy a correr me voy a correr aah> grité, Lucia me dio mas fuerte aún hasta que mi gemido fue brutal. Sacó su mano de mi entrepierna, se chupo los dedos al completo mirándome a la cara, y luego los metió en mi boca varias veces, estaba flipando, su faceta de tía buena, dura e imponente me estaba enloqueciendo, y yo seguía cachonda y con ganas de ella.

-Quinta norma, a mi chica jamas me la folló menos de una vez por noche, así que prepárate.














Fiesta de disfraces. Parte 1.



Lucia y yo íbamos a una fiesta de disfraces, nos cogió un poco de imprevisto así que tuvimos que pensarnos los disfraces en menos de una hora, Lucia lo tenía fácil porque ya estuvo en otra fiesta parecida hacia poquito, en la que se había disfrazado de policía. Pero una policía muy muy sexy e imponente. Imaginaros una chica morena, de un metro sesenta y cinco más o menos, pelo suelto moreno, una gorra de policía, unas gafas de sol, pantalones, y una camisa celeste de botoncitos que yo ya tenía ganas de desabrochar, pero bueno había que ser decente.

Como ella iba de policía, pues yo decidí disfrazarme de ladrona, fue bastante fácil porque encontramos una camiseta de su hermano de rayas blancas y negras, cogí un pantalón negro normalito y ya fue suficiente, pelo suelto y me puse una cinta en la cabeza, tipo Nadal cuando juega al tenis.


Fuimos a la fiesta, la perra de Lucia iba tan sexy que todas las tías la miraban, y yo en plan "bueno.. eh que tiene novia eh" a todas les daba morbo la porra que llevaba en la mano con sus gafitas de sol, la verdad es que ponía mucho verla así, la camisa le marcaba la cintura al igual que los pantalones, y el escote que se le quedaba era impresionante.

Lucia vio que me puse celosilla en un par de ocasiones, pero sabe que no me enfado, solo lo hago para llamar su atención y que me coma a besos después.

Estuvimos bailando, me aleje un poco para ir a la barra a pedir una copa, el sitio estaba oscuro pero había unas cuantas luces de esas de discoteca, así que ni me moleste en avisar a Lucia de que iba a por bebidas porque la música estaba tan alta que ni me iba a oír.


Me pegué a la barra a esperar mi turno, se me acercó una chica, bastante mona, y empezamos a hablar, de que tal me parecía la fiesta, la música y esas cosas sin importancia. La chica cada vez se me acercaba más y más cada vez, yo iba a lo mio, simplemente le contestaba las preguntas y le hablaba de cualquier cosa, mientras esperaba que la camarera, que no podía ser mas lenta, me atendiera

De repente alguien se me pegó a la espalda apretándome contra la barra y agarrándome las manos, llevándomelas a la espalda.

-Estás detenida, ahora eres completamente mía.- Soltó en mi oído, ese susurro tan conocido por mis oídos, que era el susurro de mi chica, haciéndome sentir un torbellino de placer que recorrió todo mi cuerpo. Obviamente la chica con la que estaba hablando se fue.

-Hoy vas a ser llevada al calabozo, por robarme el corazón, y ponerme cachonda a cada instante que te veo, te leeré tus derechos y no podrás negarte a dejarte hacer - Lucia


Estas frases las soltó en mi oreja, sin dejarme mover las manitas, apretando su torso contra mi espalda, noté su escote rozándome por detrás. Me acababa de empapar las braguitas. Estaba deseando darme la vuelta y comerle la boca, pero no me dejó. Ella, con la gorra, con las gafas de sol negras, me estaba encendiendo de una manera brutal.


Me comió la oreja, como solo ella sabe hacerlo, de tal manera que me ciega a veces. Empezó a morderme el cuello, mis manos seguían contenidas en mi espalda, quieta. Paso su lengua por mi cuello y me mordió lascivamente, la temperatura de mi cuerpo subía y subía, estábamos en medio de una discoteca, mas de una chica se quedo mirándonos boquiabiertas, deseando estar en mi lugar o en el de Lucia.

-Ahora te voy a soltar, te vas a dar la vuelta, y nos vamos a ir para casa sin realizar ningún movimiento hasta llegar, ¿vale cariño? - Lucia
-Si - musité - estaba cachonda perdida y creo que se me notaba.