viernes, 24 de mayo de 2013

Tension sexual en la pista de tenis (con @bollera_mistica) PARTE 1


Profesora:

Otro día más, a veces se me hace difícil darle clase, Marta es mi alumna preferida y de hecho la única a la que no le hablo a mis amigos.  Se me hace difícil explicarle que con ella me es imposible concentrarme, que me es imposible verla como una simple alumna, porque cada vez que se va de la clase, pienso en ella el resto del día.
Supongo que será porque nos separan 8 años de edad, yo 28 y ella 20.


Ella intuye algo, yo lo sé, porque si no, no pondría las caras que pone, no entraría en la pista como entra, no me miraría así y sobre todo, no tardaríamos en empezar las clases como lo hacemos.
Nunca en mi vida había sentido una atracción así con mi alumna, creo que nunca había sentido ese tipo de atracción con nadie.

Todo se complicó una tarde después de dos horas de entrenamiento y cuando ella se lesionó el gemelo.


Alumna:

Verónica es mi profesora de tenis, es una mujer alta, elegante, delgada, con unos ojos que se clavan en mi y hacen que me olvide el resto del mundo, me impone, me impone demasiado, tanto que no soy capaz de mirarla mas de 10 segundos por si se da cuenta, y ve como me sonrojo sin motivo aparente.

Cuando no me sale un golpe bien, se me acerca, se pone detrás mía, su pecho roza mi espalda, su cintura se encaja a la mía y me ayuda a acompañar el golpe.  Me da muchísima vergüenza cada vez que hace eso, se me eriza la piel y no lo puedo evitar.

Podría decir que hay tensión sexual entre nosotras, pero soy muy pequeña para ella, seguramente ella tenga pareja, y simplemente me este haciendo ilusiones, pero es que me tiene loca.

Hace unos días me lesioné el gemelo, mis padres no pudieron recogerme del entrenamiento y me tuve que quedar con la profesora después de la clase.  Me acompañó al vestuario para ayudarme con el raquetero y mis cosas. 


Profesora:

Me siento mal conmigo misma, vivo con mi novia desde hace 4 años y eso dificulta todo mucho más, pero no puedo más.  Marta me hace recuperar esas ganas de sexo salvaje que había perdido y me hace imaginarme cosas cuando menos lo espero, como cuando hago el amor con mi novia.

No sé si la lesión fue fingida o si realmente la tenía, pero la llevé al vestuario y con la excusa de que tenía que hacerle un masaje le dije que se tenía que quitar los pantalones y quedarse en braguitas.
Marta tenía un culo espectacular, duro y pequeñito, justo como a mí me gustaba.  Cogí la crema efecto calor y frío y empecé a masajearle toda la pierna, desde el gemelo hasta la parte de dentro de su muslo.

No podía evitar tocarla de manera “lasciva” y doy gracias de que no pudiera ver mi cara.
Sus piernas completamente tersas, se ponían aun más duras cuando yo la tocaba con mis dedos apretando y mientras me aguantaba mis ganas de abrirle las piernas ahí mismo y hacerle el amor como nunca.


Alumna:

Verónica me acompañó al vestuario, me ponía muy nerviosa verla caminar, esas piernas morenas, delgadas y atléticas, es como esa típica profesora sexy que todos los alumnos quieren tirarse, y estaba conmigo, llevándome mis cosas, acompañándome al vestuario donde íbamos a estar a solas completamente.

Me dijo que me quitara los pantalones, me puse roja al instante, así que me los bajé rápido y me dí la vuelta para que realizara su masaje y no viera mi rostro completamente sonrojado.

Podía sentir sus manos tocándome, esas manos hacían magia, me tocaban solo las piernas y el muslo y ya me estaba poniendo, estaba haciéndome perder el control sobre mi misma, estaba entrando en una especie de trance.  Sus manos rozaban, tocaban y manoseaban mi pierna, desearía tener todo el cuerpo lesionado para que pudiera tocarme entera.

Iba de abajo a arriba, cada vez que se acercada a la zona interior del muslo, algo recorría mi cuerpo, mis braguitas se estaban mojando cuando sentía el calor de sus manos acercándose a mi entrepierna, y lo peor es que ella se estaba dando cuenta que mis braguitas estaban húmedas. 


Profesora:

Me centré todo lo que pude en su pierna derecha, la que estaba lesionada.  Notaba como su vello se erizaba cada vez mas.  Notaba que cada vez que subía por encima de su rodilla, ella se excitaba más y más, justo como yo.

No sé si era que era mi alumna, su edad o la cara de inocente que tenía, pero me costaba tomar la iniciativa.
Mis manos completamente embadurnadas de crema subían y en el momento menos esperado para las dos y completamente inesperado para mi, mis dedos rozaron sus braguitas sintiéndolas completamente mojaditas.  A la vez que su reacción no era esquiva, me centré en masajearle toda la parte de dentro de sus muslos.

El roce con sus braguitas fue efímero pero repetitivo.  Cada cierto tiempo volvía a tocarle con mis pulgares muy suavemente.  Veía como su culo se contraía poco a poco y sentía como contraía todos sus músculos queriendo apretarlos más contra mis manos.


Alumna:

Su masaje comenzó a ser solo por la parte del muslo, cosa que no entendí porque mi lesión no estaba por ahí, pero su forma de tocarme me hacía sentir mejor que nunca, hubo un instante en el que Verónica rozó mis braguitas, seguro que se percató de que estaba mojada, pero parece ser que no le dio importancia.

Me gustó como me tocó, me gustó sentir su mano ahí, en mi entrepierna, aunque sólo hubiese sido un instante, quise ponérselo fácil y darle a entender que ella conmigo tenía libertad total, ya que no sabía como pedirle que me hiciera de todo, que lo necesitaba, que llevaba esperándolo semanas, que la tensión sexual me estaba matando, así que abrí un poco mas las piernas, sus manos subían y bajaban con una sensualidad lasciva que me estaba poniendo a mil quinientos.

Volvió a tocarme las braguitas, las cuales pedían a gritos ser bajadas, pero me mantuve quieta, ella mandaba, era la profe, sentía su respiración en mi espalda, volví a abrir un poco más las piernas, y siguió rozándome las braguitas unas cuantas veces más, esta vez podía decirse que estaba empapada, no aguanté más y me dí la vuelta, poniéndome de frente ante ella, tan perfecta y tan imponente como siempre.


Profesora:

Esta chica no dejaba de sorprenderme, a cada paso que daba, no dejaba de hacerlo.  Se dio la vuelta y estaba completamente sudada y nerviosa.  Mis ganas aumentaban de quitarle la camiseta y ese sujetador deportivo que le hacían unas tetas increíbles. Desnudarla y meterla en la ducha y empotrarla contra la pared y enseñarle lo que era un buen polvo.

Se empezó a morder el labio pidiéndome que la besara de manera indirecta.  Me acerqué a ella con toda la cautela y ella me cogió por la cabeza y me pego hacia ella.  Tuve que pegar un salto encima de ella y la camilla y meter mi pierna entre sus piernas que estaban bien abiertas.

Mi rodilla sintió lo mojada que estaba ella pero ella no podía sentir lo mojadita que estaba yo.  Le susurré al oído  “que quieres de mi” y ella respondió que quería que la follara como nunca.  Mi sonrisa me delato, con mi cara le demostré que yo deseaba hacer lo mismo que ella.  Le dije que nada de lo que estaba sucediendo estaba bien, pero que mis ganas de tenerla entre mis manos desnuda, eran más fuertes que yo.


Alumna:

Me miró directamente a la cara en cuanto me dí la vuelta, quería seducirla, quería pedirle aquello que las dos estábamos deseando y no sabía como, me mordí el labio.  La acerqué, y en un instante tenía su rodilla entre mis piernas, me apoyé, traté de frotarme para satisfacerme al menos algo, pero me apretaba de tal manera que no podía moverme.  Eso me impuso aun más.

Se me acercó al oído, me dijo que que estaba yo buscando, podría decirle mil cosas, que deseaba ser follada por ella, que quería que me empotrara, que quería que me enseñara lo que es un polvo de verdad, solo pude soltar un "follame como nunca" desesperado, me sonrió eso me tranquilizo a la vez que me ponía más y más aún.

Me dijo que quizás lo que estábamos haciendo no estaba bien, era demasiado tarde, me quite la camiseta, y le pedí que se deshiciera de mi ropa interior lo más rápido posible.

Profesora:

Marta se quitó la camiseta y se quedó en sujetador, sus tetas eran preciosas, la forma perfecta, el tamaño perfecto.  Empecé a besarla apasionadamente mientras ella me esquivaba con su boca para gemirme al oído.  Mi mano acariciaba sus tetas mientras se metía entre sus tetas para buscar su pezón.

Me buscaba y me encontraba con su cintura, buscaba rozarse conmigo hasta que decidió quitarme la camiseta y desabrocharme el sujetador.  De nuevo me sonrió maléficamente y aprovechó mi postura para empezar a jugar con su lengua y mis pezones.  Yo la interrumpí y me quité el sujetador dejando mis tetas apoyadas con las suyas.

“Creo que estas un poco sudada, y tu gemelo necesita un poco de calor, no crees” le dije.

Se levantó muy directa y me puso al borde de la camilla y me quitó el resto de mi ropa.  Su lengua recorría desde mi boca hasta mis muslos mientras me cogía de la mano fuertemente. Yo me reía mientras imaginaba que curiosa era la vida, ella me intentaba enseñar a mi cuando la que le tenía que enseñar era yo.

De camino a las duchas ella siguió quitándose la ropa y se quedó completamente desnuda dejándome paralizada y sin poder dejarla de mirar.



Alumna:

Veronica estaba preciosa, trató de besarme mientras metía sus manos en mi sujetador, tocaba mis tetas, dios, era ella era Verónica la que me estaba tocando, yo estaba suspirando, gimiendo, no tenía capacidad para besarla, solo quería gemirle y jadearle en su oído, mientras ella buscaba como podía mis pezones, que ya estaban erectos.

Se me quitó el papel de niña buena, quería follar, quería saber lo que era estar con esa mujer, le quité la camiseta, le quité el sujetador, su pecho era tal y como había imaginado, todo en su sitio, redondo, perfecto para pasar mi lengua.

Junté su cintura a la mía, la agarré de la espalda, besé cada parte de su cuerpo, desde ese cuello tan esbelto, hasta el interior de sus muslos, me había desatado completamente, su cuerpo era como en mis sueños, aquellos sueños que hacía que me despertara húmeda, lamí todo su cuerpo lentamente provocandola, que olvidara que yo era su alumna, quería que me follase.

Paré, y corrí hacia las duchas, dejando lo que me quedaba de ropa por el camino, con la mirada le pedí que viniera, que esto no había acabado aun.











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